16.10.08

Duck, de Duchovny (III) y fin.

Y en esas estaba yo cuando una mañana de mayo de 1997, un compañero de clase -futuramente gay- me señaló con sorna, mofa y befa que el actor a quien yo seguía y quien había pasado unos cuantos años de excesos sexuales, se casaba con una chica que acababa de conocer pocos meses atrás. Y fíjensé ustedes, me alegré por él. Y al compañero casi lo mato.

Hoy, once años después, leo en internet, desde mi lugar de trabajo que nada tiene que ver con la carrera que estudié y entre los post de mi novio y los emails de mis amigas, que aquel actor que me convirtió hace años en una coleccionista de la talla del dueño de La Mazmorra del Androíde, que ese actor, digo, se ha separado de su esposa.
Y aunque aun recuerdo el color de su corbata de bodas, ya no importa.
Y aunque recuerde un breve dialogo virtual entre ambos, ya no importa.
De hecho, ese señor no ha importado nunca realmente aunque sí la idea y el implícito favor propio por haber elegido mi propia forma de definición.

Duck, de Duchovny.

2 viajeros:

Ego dijo...

Iba a decir dos disparates acerca de amores que empezaron con una pantalla en medio y acabaron con...
Iba a decir dos disparates...

- ¿Crees que te vas a morir sin saber lo que es un orgasmo?
- SÍ.
- Eso es verdaaaddd.
('El juego de tu vida'. Una mujer que no tiene ducha)

Un (b)eso!

TORO SALVAJE dijo...

Ego me descoloca, no sólo con sus posts sino también con sus comentarios, ya no sé lo que iba a decir.

Sería cualquier tontería (mejor que la de ella por supuesto) relacionada con lo bueno que es sacar demonios fuera, a ver si el sol los mata, o algo así.

Sigue escribiendo, vale?

Besos.