27.3.09

Mejor que la chorra del Dr. Manhattan




El señor Aspirinas -de quien no recuerdo tener el gusto de conocer- me sugiere que escriba sólo para mi, que lo que cuento le pasa a todo el mundo y que, al fin y a la postre, esto es un mediocre intento de vaya-usted-a-saber-qué. Y le doy toda la razón. Pero es que me aburro.
Me aburro bastante.



Ya no me drogo, he desahuciado el minibar y ya hace tiempo que solo me doy al sexo con el mismo desconocido -y claro, a fuerza de reincidir, como que le he cogido cariño ya-. Ahora lo más autodestructivo que hago es llevar gatos bajo los pedales mientras conduzco o sacar balas de mis neumáticos sin saber dónde o cómo han llegado ahí -el quién no me preocupa, la verdad, que quien haya sido por algo será-.



Mi vida antes era bastante peor, por lo que era bastante mejor. Mi corazón y mi cerebro padecían a todos los niveles y eso me daba para dibujar, esbozar, diseñar o escribir verdaderas incongruencias oscuras, viscerales y regurgitadoras que me ponían al nivel de cualquier mal imitador de un Baroja, de un Bukowski o un Beckett cualesquiera, todos ellos removidos allende sus agujeros.



Pero tenía que pasar. Me he vuelto colorista, optimista. A mi alrededor hay una banda sonora de anime constante donde flotan plumas, burbujas y pétalos de colores por todas partes. Mi sarcasmo se ha vuelto estoicismo. El cinismo se mantiene, pardiez! He encontrado el amor. Como muesli, voy al IKEA y busco las posibilidades del pollo con almendras.



Ya no recuerdo cómo era aquello de jugar a la tachuela calva, lo de escaparme en el coche a chupar de un José Cuervo conmigo misma ni en qué mundo pasó lo del periodismo y sus tres lexatines al día.



Mi mundo ahora es tan sumamente horroroso, tan retorcido y tan puñetero que todo se ha vuelto amable, tranquilo y divertido y el futuro se me representa como la chorra del Doctor Manhattan: azul, brillante y con infinitas posibilidades.



Por eso, sepa usted disculparme, exigente compañero de red, pues ahora tengo que aprender a manejarme con tanta buena voluntad. Así que cuando vaya por su avenida principal y vea de lejos a una zagala bajita que parece un niño gordo portando una caja de magdalenas tamaño industrial mientras canta una de los Eagles (ofdeathmetal), no se ofusque, que soy yo. Se aceptan francotiradores.

2 viajeros:

TORO SALVAJE dijo...

Es que es muy aburrido casi todo.

De verdad.

Besos.

Anónimo dijo...

Estimada Sra/srta:
Nada más lejos de mi ánimo que poner listones a nadie cuando yo soy incapaz de ver siquiera los míos propios.
Evidentemente me expliqué muy mal.
Llegué a este blog a través de "Mis ideas cotidianas" y me pareció estupendo,de hecho la sigo.
Me parece que su escritura es muy singular y por lo que usted escribe probablemente su vida también.
Le pido disculpas por mi rudimentaria forma de expresarme pues da lugar a equívocos y me consuela que mi torpeza al menos haya servido para lanzar este post.Un cordial saludo