30.4.09

Cine en epidemias víricas

Directamente de Sala 8 me viene una punzada de verdadero nerviosismo.
Poca o ninguna credibilidad me inspiran los pueblerinos que gritan "que viene la pandemia!" o escuchar a Obama alegar cosas tan ilustrativas como que no cerrará las fronteras mejicanas porque sería como "cerrar las puertas del corral cuando ya han escapado los caballos".

Pero esta mañana me lanzan a la cara el oscuro dialogo entre Martin Ipuldestrin (andneverdrimwhenrein) Landau y el jugoso hierático Fox Mulder en aquel emulador de película cuya historia cuenta con una descripción peliagudamente cercana a la difusión vírica que ahora nos ocupa -mundialmente hablando-. Todavía tendrá la culpa Bin Laden.

Brindo por las serendipias.

28.4.09

Interruptus 2.0




Vuelvo, o no, tras varios lustros.
De no pensar, de romper, de los "y si" sin hacer.
Nadie entiende que me duela haber roto mi varita,
la que encontré en el chinorri mágico y la otra.
Salgo un momento con el pegamento, ahora vengo.

Ya. Un mal pegamento, del que usaba en el colegio,
dónde no me parecían guapos los niños guapos
ni me parecían malos los niños malos.
Y ya entonces empezaba a tener problemas...

Sorvo, estornudo, y olisqueo.
Vuelvo a lanzar el ratón por encima de mi cabeza,
muevo los bigotes y no de hambre,
muevo las orejas y no de expectación.

No termino de encontrarme,
no termina de pegarse
y nunca termina de acabar
esta cosa que siempre queda
que no me deja
que no se olvida
que no descansa de mi

Pero me sorprendo olvidándola
y me golpeas de golpe
de repente me reprendes
y me sonrío sin que me veas.

Qué suerte tengo,
que ya te tengo,
que no tengo que dolerme las noches
ni escribirme las heridas,
que suerte de mar
el tuyo que me crea

Ya. Ya funciona la varita.
La mágica y la otra.
Y aunque no termine de escribirte
aun sigo buscándote palabras,
pero de las mágicas.

28.4.09

Polen interruptus

La alergia me lleva frita. Sobrevivo arrastrándome entre películas de los Cohen descafeinadas y relatos de Alan y Allen. Y mi dosis de absurdo, sin la que ya no puedo pasar... la banda sonora de mi trabajo de la mano de los Eagles of Death Metal.

Si sobrevivo a esta puñetera primavera, volveré para fustigarme por tanta tontería.

22.4.09

MA BIRZDEY CAT!!



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Para Moni, que también es su día.
(qué ganas tengo de pasar la astenia primaveral esta que me trae de un tonto que pa qué)

18.4.09

Gracias por fumar

Su tabaco, gracias.
Ahora las máquinas expendedoras no hablan. Humpfrey ya no mola. El jinete de Marlboro se retiró a su rancho de Santa Mónica.

Últimamente ando sorprendida por algunos buenos bocados de buen cine, tal es el caso de este film, Gracias por Fumar (2006), largometraje de Jason Reitman, de Ivan el hijo, autor nominado estas pasadas pascuas por ocuparse de Juno.

Me tropecé sin querer con un caramelo llamado Neverwas en el que Sir Ian McKellen le daba la replica a la viva encarnación del Príncipe Encantador, un tal Aaron Eckhart. Esa película era una bonita fábula que me dejó colgada de Mr. Sonrisa Brillante e investigando un poquito, supe de Nick Naylor.

Nick Naylor es el imparable y eléctrico relaciones públicas y principal voz y rostro de toda la industria tabaquera norteamericana. Obviamente su trabajo no es sencillo ya tiene que lidiar con la actual sociedad moralista y maniquea además de con políticos oportunistas, asociaciones radicales pro-salud, o los afectados, que ni son pocos ni vienen de fiesta. Añadir una periodista sin escrúpulos, un jefe confederado -con la señorial presencia de Robert Duvall- y si, un hijo en edad de preguntar. Y nadie, absolutamente nadie, sería capaz de rebatirle ni uno sólo de sus razonamientos.

Este film defiende la idea de que todo hombre -y por extensión entidad o empresa multinacional- tiene derecho a defender sus ideas y ser escuchado. Pero todo tiene un doble filo y Naylor, inspirándose en el James Steward de "Caballero sin espada" se aprovecha de cada término o idea ambigua para darle la vuelta a la discusión y de paso a cualquier idea prefijada del espectador.

- ¿Papa, otros podrían hacer lo que tu haces?
- No. Porque la gran mayoría de las personas no tienen lo que tengo yo. Una moral flexible.

Lejos de ser un film moralista donde el personaje del niño pecaría de conciencia y culpabilidad del protagonista, resulta ser justo al contrario. Serán los "malos consejos" de Naylor mucho más instructivos que cualquier otra cosa: "si en lugar de negociar, razonas, no habrá nadie que te pueda quitar la verdad".

Pero no hay que confundirse: esta película no tiene mensaje. Ni bueno ni malo. La película pronto se posiciona lejos del bien o el mal y se decanta por la crítica atroz a los personajes basura del país de las barras y estrellas repartiendo bofetadas con ideas y situaciones que, lejos de golpear mortalmente, sólo pretende dejar reflexionando a todos los implicados, incluidos nosotros.

Un ritmo perfecto, sin elementos superfluos de guión ni baches en la historia mezclan un montón de personajes cínicos, conversaciones cáusticas y algún que otro gag hilarante la idea de que, al fin y al cabo, somos mayorcitos ya para saber que fumar esta mal sin necesidad de culpar a otros ni de esas feas etiquetas que dicen VENENO.


__________pildorita extra__________

Vale que lo echaran por drogaduzo, pero si Gary Dourdan se mete jamón, yo me apunto.


15.4.09

Una estrella


(C) Charles Vess, Stardust.


Se presentan los días en los que debo justificar mi arisco carácter para con los nuevos conocidos pues no soy yo la más amable de las prometidas ni la más dulce de las doncellas debido, insistiré siempre, a una ausencia de algodones y melindres desde mi tierna infancia. Como ser humano dejo bastante que desear en esos menesteres, pero con todo, siempre se presenta la oportunidad de mejorar, admitiendo desde ya mis propias limitaciones.


Así, de esa manera que tiene la vida de enseñar las lecciones, conocí a una estrella hace unos años, durante los que sentía en mis entrañas como los más difíciles. Ella me enseñó que no lo eran.


Cuando la conocí -bien, cómo ha de hacerse- la pequeña estrella acababa de caer del cielo. Algo había golpeado su cuerpecito que, aunque más grande que el mío, sin duda mucho más esbelto y tranquilo. La miraba perdida, con la mirada en algún lugar de su brillante espejo. Su dolor trascendía más allá de su especial brillo -no sé cómo no había podido verlo antes de eso- que ocupaba, silencioso, el claro del bosque que formaba nuestro pequeño rincón del mundo donde ambas intentábamos hacer lo que hacíamos lo mejor posible. Parecía no entender porqué se había caído y a menudo la escuchaba llorar por no saber ciertamente si podría volver a estar como antes, allá arriba, junto a la Luna y el Sol. Y yo, como siempre hasta entonces, no sabía cómo acercarme a ella igual que nunca había sabido acercarme a nadie.


Pasó el tiempo y la estrella dejó aquel lugar buscando claros mejores desde los que seguir buscando respuestas aunque no dejó de contarme a cada paso, las aventuras que vivía. Yo me alegraba con ella, lloraba con ella, soñaba con ella. Me enseñó, por primera vez en mi vida, a entender cómo formar parte de otra vida. Y ella seguía caminando, peleando, sufriendo y luchando... siempre por intentar salir airosa.


Tristemente supo un día que no iba a poder volver. No como antes.


Y la estrella se sintió sola. Y yo con ella. Tan tan sola y triste la veía que no encontraba forma alguna de tenderle mi humilde mano. Y nuevamente fue ella quien acudió a mi. Y me enseñó a tender manos. Y a enfrentarme a esas cosas que trae la vida y de las que no te puedes más que defender, con suerte y esperar caer, con algo más de suerte, con una sonrisa en el corazón.


La pequeña estrella sigue aquí abajo. Y le debo un cuento. Pero no es lo único que le debo, aunque sea algo tonto comparado con todas las historias de todas las estrellas caídas del cielo.

11.4.09

Heston y el Kinkiahorro

Esta noche se me ha aparecido en sueños Charlton Heston. Hasta ahí bien. Bueno, no. Pero mejor él que Lauren Postigo. Supongo. El caso es que ya no estaba muerto, iba en taparrabos y mostraba el vigor y el recubrimiento capilar propio de la época dorada de Hollywood. Grande él, digo.

Si hubiera quedao ahí, tendría un pase, pero el caso es, que me lío, que Charlton Ben-Hur Heston con la voz en dual de Rafael Navarro, con corona de papel en la cabeza y un cubata en la mano se ha tirao toda la noche dándome la murga para encomendarme una misión ligeramente confusa: ceder todos mis bienes a cierta asociación y dedicarme a la causa de Stephen Kinkigard, el rey del ahorro.

Así que, como ando falta de referencias y me aburro, he pensao en hacerle caso. Total, me viene bien por las tardes.




8.4.09

Puente con Glamour

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(C) Duckland, 08/04/09


Ahí anda él, con su traje de los domingos recién estrenao y la dignidad un pelín obtusa, justo un momento antes de decidir ya le habiamos tocao mucho los huevos y que iba a darle una garfá al primer antebrazo que se prestara.

6.4.09

Un par de kilómetros.


Mira sin ver nada a través del cristal.
Apenas un par de kilómetros, carretera y poco más.
Del trabajo a casa.
De casa al trabajo.
Lo curioso es que nunca acaba por llegar.
En algún momento se detuvo.
Y ahora no termina de llegar.

Al principio se sintió aliviado,
no más trabajar, no más regañar.
Una bruma densa y húmeda,
como un manto de extraño mercurio,
cubre todo alrededor,
apenas un par de kilómetros, carretera y poco más.

Nunca se le acaba el combustible,
sólo acaba el camino y vuelve a empezar.

Tras el alivio se aburrió,
parar a descubrir lo que nunca se ve,
acostarse bajo un árbol,
respirar pacíficamente entre la niebla.
Pero pronto se aburrió de respirar.
No había cielo

en aquel par de kilómetros y poco más.

Nunca tiene hambre, sed o sueño,
sólo conduce el camino y vuelve a empezar.

Tras el árbol aprovechó para investigar,
hogares vacíos en los que curiosear,
un voyeur sin más ocupación,
cajones, armarios, secretos revueltos.
Unas dos o tres casas a cada paso, y nada más allá.

Pronto o tarde se aburrió.
Nada cambiaba, no había quien lo hiciera.
Pensó en asaltar la taberna,
perverso, canalla, amoral,
sin castigo se ofrecía ya el mal.

Fumó, devoró, acogotó su cuerpo con alcohol
y nada lo sació.
Se volvió loco, grito, saltó.
Desgarró cristales, destrozó metal.
Pero nada cambiaba, no había quien lo hiciera.
De modo que decidió salir
para no volver a entrar.
Ni siquiera el mal lo acomodaba ya.
No había infierno

en aquel par de kilómetros y poco más.


Intentó prender con fuego,
inundar su carretera,
desmontar su vehículo,
destrozar su cuerpo.
Pero no podía y nada cambiaba.
No había quien lo hiciera.

Se cansó de actuar.
Se cansó de pensar.
Se cansó de ser.

Está solo y conduce entre la niebla.
Apenas un par de kilómetros, carretera y poco más.
Del trabajo a casa.
De casa al trabajo.
Y lo curioso es que nunca acaba por llegar.

1.4.09

Bajo el cerezo


(C)Duckland, 31/03/09


Alergias aparte, la morriña se planta,
recostada bajo un cerezo en flor
que el huerto de mi abuelo acoge,
me quedo pensando que duermo.

Sencillo y pobre Siddharta, venida menos,
que a mi acude un conejo mago,
uno, solo, y por casualidad.

Se me queda mirando aburrido, husmea,
recorta la hierba a mi alrededor,
con un libro en la cabeza me pega.

Conejo del demonio!
Ya se marcha, el puñetero,
me duele el chichón
así, sin venir a cuento,
se revuelve, acusador y se esfuma.
Creo que me ha oído,
haré que pienso que duermo.

Siento una pata en la cabeza,
familiar, curiosa, sucia.
Un gato vestido de verde
¿Nos conocemos?
No, bueno si, pero no, es ella.

Me cuenta que es feliz,
que soy demasiado blanda,
que vigile a su nieto,
que lo andamos consintiendo.

Después, me parece normal,
me habla de Liir, hijo de Elphaba,
y que va arrastrando la mohosa,
la cenizosa barredora voladora.

Bajo el cerezo de mi abuelo
me quedé dormida un martes,
cuando mentí para no ir a trabajar
y me quedé leyendo un libro.

Y parece una tontería pero si,
tengo barro en la cabeza,
pelos en el jersey,
pétalos en la cara.