3.6.09

Oceanic 815



Los accidentes de avión me sobrecogen mucho. Sobre todo cuando volar es una de las pocas cosas que me mueven la sangre en este mundo, cuando viajar es una forma de vida, cuando hablamos de aeropuertos que he conocido, de aviones en los que he volado, de rutas que he sobrevolado.

Tal es el caso del Airbus 330 de AirFrance desaparecido a 1.000 kilómetros de la costa brasileña. Escucho por radio, veo por televisión y leo en Internet las noticias de las nuevas piezas del siniestro encontradas en alta mar, los detalles de cada una de las 228 personas a bordo, los posibles porqués, cuándos y hasta nuncas, de esas inútiles cajas negras, del silencio que suele haber en lo profundo del océano...

... y me duele. Tanto como aquel Spanair de fuego y llanto.
Y me duele porque aun recuerdo aquellas once horas insufribles de vuelo en la madrugada, con unas permanentes y fuertes turbulencias al salir de Rio de Janeiro, siguiendo la misma ruta, volando en el mismo tipo de avión. Recuerdo cómo dormía la mayoría, indigestados de marisco y cachaça y mis agarrotados dedos enraizados al asiento mientras se escuchaba por el hilo musical algo parecido a un "Rogamos a los pasajeros no se asusten pues estas sacudidas entran en lo normal. Se trata de una corriente de aire propia de estas fechas la cual que, aunque de forma abrupta, nos ayudará a llegar mucho antes a nuestro destino" -así más o menos lo recuerdo yo-...
Y temí. Porque aunque tecnócrata, mi fe en la tecnología y creación humana sigue siendo escueta. Y sólo conseguí desahuciar mi mente aplicando otra frase como mantra: "Estadísticamente es la forma más segura de viajar", que me repetía Superman a la oreja a cada una de las sacudidas.

Pero no lo puedo evitar. Hoy me duele ese avión hundido en el océano.
Y me duele porque intuyo el tipo de asistencia y medios que puede haber prestado el aeropuerto de salida en Brasil o el de llegada en París.

Los últimos radares que captaron la señal del Airbus 330 confirman que el aparato se desvió de su ruta e intentaba dar la vuelta por fallos técnicos causados por el posible impacto de un rayo -pese al mecanismo de desvío que se crean en estos aviones y que hacen prácticamente imposible el perjuicio por este tipo de impactos eléctricos.


El porqué todo el mundo esperó a la hora de llegada para confirmar su desaparición es algo que no entiendo: "Ah, bueno, igual es que se le ha jodio la radio y llega a su hora y aquí no ha pasao nada." Como si volviéramos atrás en el tiempo a la época rusa donde los submarinos se hundían y no se pedía ayuda a países con más medios "para no desmerecer, no sea que nos vean como una vieja potencia deshauciada".

Entiendo el hecho de no adelantar tragedias y no dramatizar para no asustar a los familiares, pero en un caso como este donde el tiempo es crucial, no me entra en la cabeza esa inútil espera.

Entiendo que un avión pueda perder la señal y desaparecer de los radares o de su ruta trazada pero no me entra en la cabeza que en el puñetero planeta en que vivimos, con cinco satélites por cada hombre, mujer y niño, un avión con 300 teléfonos móviles se pierda en el vacío y nadie trate de rastrear la más mínima señal.

Y tampoco, ya que estamos, me entra en la cabeza que las famosas y buenas-para-nada cajas negras no lleven señalizador.

Esta mañana leía en el periódico en qué consiste lo que se llama "Síndrome del superviviente"; muertes y perdidas de improviso y/o de forma abrupta que provocan en los familiares y amigos un shock semejante al que padecían los supervivientes de los campos de exterminio, donde el sentimiento de culpabilidad por no ser ellos los asesinados se imponía al luto normal por la pérdida del ser querido. Este sentimiento impide procesar correctamente el vacío dejado por la persona ausente y como los amputados que aún sienten el miembro perdido, los ausentes siguen presentes para los familiares a modo de fantasmas.

Soy débil. Y creo en cosas que no se pueden ver. Por eso sigo empatizando mis recuerdos y pensando que todo se parece mucho a esas cosas que la tele me ha contado, que existe un triángulo de las bermudas donde todo son jubilados con camisas hawaianas, que existe una isla con propiedades extraordinarias que provoca que los pasajeros de vuelos acaben allí jugando al backgammon y que, por encima de todo, no perdemos a nuestros muertos sino que simplemente siguen ahí, con un poco menos de peso y señalándonos con el dedo por lo patéticos que somos intentando agarrarnos a clavos ardiendo y cajas negras que no dan señal a 5.000 metros bajo el mar.

3 viajeros:

TORO SALVAJE dijo...

Vale.
Yo voto por el triángulo también.

Besos.

Veronika dijo...

Por partes peque:

Cuando se pierde a un ser querido (y más si es de golpe) se sigue sintiendo que está a tu lado durante muuuuucho tiempo, eso no pasa sólo cuando la muerte es fruto de un accidente aéreo.

Sobre el tema del radar... ya me lo ha explicado quien me lo tenía que explicar y es largo, con los próximos bacalaos te lo cuento, pero sí están controlados, más de lo que pensamos...

Accidentes hay y habrá siempre, porque por muy perfectos que creamos que somos aqui los de mi especie, en verdad no pasamos de mierdecilla (y perdón por la expresión). Y un accidente aéreo siempre impacta, es verdad, pero es por falta de costumbre. A que ya no impacta tanto ver las cifras de muertos en la carretera cada fin de semana? No, eso no, porque estamos acostumbrados, pero si cuentas los de dos meses llegarás a esa misma cifra....

Y no te preocupes, que es verdad que el avión es seguro, aunque yo también odio volar y me dan pánico las turbulencias (dichoso viaje a Grecia, que miedo pasé...)

Beso.

gerdavid dijo...

he tenido el privilegio de volar varias veces a diferentes paises, y es mentirme no manifestar que una ves que siento que el avion esta tomando su velocidad de despegue no hay vuelta atras, ya dependo de 3 personas que manejan mi vida a un destino el cual deseo como todos que estan alli, (personas sin conocerce nunca, sin hablarse, pero unidas a varios kilometros en el cielo, dentro de un aparato donde no se puede salir) llegar bien, poder disfrutar el pais donde estare un tiempo, donde conocere o visitare amigos y amigas, y de nuevo retornar a mi hogar donde abrazar a mi familia, no decir que cada despegue, cada planificacion de ir a otro pais, cada estadia, cada momento de pensar que debo hacer transbordo, on momentos emocionantes pero a la par esta el temor de inperfecciones humanas o mecanicas, muchas victimas de accidentes de aviones habran tenido esos momentos, unas pudieron contarlas otras no, es un momentod dificil estar arriba, pero cuando el avion dice que ya hemos llegado y tocamos con nuestros pies el suelo del destino esa alma que quedo arriba en el cielo retorna a nuestra vida de nuevo, volar, viajar, es estupendo, pero regresar es lo mejor, saludos desde mi bella venezuela