Es injusto pensar que mi propósito de redención y renovación se queda en estas postales que te hago llegar. Injusto por lo escueto. Y no por ello falto de intención y determinación.
Acostumbrada ya al estruendoso silencio de estos pocos metros cuadrados del borde del mundo empiezo a recoger los sonidos que se fueron quedando atrás, allí abajo, ocultos tras años y años de raciocinio y paso del tiempo. Nada contra Cronos. Afortunadamente aquí no me faltan ni la lluvia para lavar el ánimo ni la sal para curar y cerrar.
Rejuvenezco al tiempo que maduro. Recojo las hebras perdidas de mis vidas pasadas y me doy cuenta de las cosas que han quedado sin atar, los deseos sin cumplir, los destinos no apuntados, la tinta mal vertida, los dolores mal curados. Y empiezo a hacerme pulseras alegres con todas y cada una de esas hebras recién cogidas de mi memoria. Ahora que tengo bonitas cuentas de colores, caracolas, piedrecitas brillantes y lineas de polvo de estrellas. Con eso, creo que tendré pulseras y collares para todos cuando vuelva. Cuando vuelva.
Momento Revival: las noches de Noelia. Perder hasta tres kilos a base de garrulaceas y mal paridas coreografías de finales de los 90 con un Blue Tropic con 7up o un Malibú con Piña -como mucho- en una hortera discoteca subterránea -hoy meterían en Guantánamo al arquitecto-.
La Noelia. La última vez que pisé allí sufrí un shock amnésico durante el cual me comentaron que me vieron peleando a garra y mechón con dos chonis mas grandes que yo. A día de hoy sigo sin creerlo ... y sin recordarlo. Lo que si recuerdo es la fiesta privada de fin de curso que organizamos unos pocos y que, por mi condición de inocente extraterrestre, acabé desnudando publicamente al "quarterback" de la clase sin rubor alguno -propio de quien vive sin saber lo que hace- para regocijo de mi memoria y envidias de las demás presentes.
La Noelia. Con la perspectiva del tiempo me doy cuenta de la suerte que he tenido por poder seguir creando frases completas. Sujeto, verbo, predicado. No mucho más. Pero he tenido suerte habiendo pasado la adolescencia metida en la Noelia... y aún cuando tengo el alma llena de brisa marina puedo evocar el pegajoso hedor de la máquina de humo, de Gala, Ecuador y un Ricky Martín que aún no era gay -ah, que sigue sin ...?-.
Supongo que el tiempo pasa para todos. Afortunadamente en estos casos.
Y ahora que (re)caigo, una camiseta top verde lima, unos vaqueros morados y unos plataformas azules -qué daño hicieron las de la Beckham- que acompañaban a unas gafas y a un cabello de colores era el uniforme habitual de mis noches de Noelia.
Afortunadamente el tiempo pasa. Gracias al Dios del Volcán.
Me vuelvo a la playa a lavarme la cara, a ver si se me pasa el susto.
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2.7.09
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2 viajeros:
¿Te puedes creer que yo sólo estuve una vez en mi vida en la Noelia? Sí, sí, como lo lees... Yo era de la Cámara, aquel bareto de abuelillos que por la noche se llenaba de niñatos, que pensabas, pues sí que les rejuvenece la noche... Después fui de Doimas, cuando se cruzó alguien en mi vida, ya sabes... Un día tenemos que hacer un "remember" de aquellos maravillosos años.
Por cierto, yo también era del malibú con piña, y algunas veces, de licor de mora sin alcohol...
Beso. Oye, que I miss you, eh?
MT
La Noelia debía ser un sitio de cuidado.
Bueno, yo también he frecuentado antros que ni recordar quiero.
Besos.
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