25.12.08

Navidad MAUS

No mentiré, iba a dejarme llevar por la indigestión y/o la melancolía pero he caído a las pocas líneas que no tendría nada que decir que no se hubiera dicho ya.
Y no hay cosa que me de más rabia que repetirme.

Así que os hablaré de MAUS.

En uno de esos días tontos en los que te arde el billete de 20 euros del bolsillo y te metes en una tienda de cómics acabé con este libro en las manos. Me dijeron que era bueno: "Es el primer y único cómic que tiene un premio Pulitzer", leí en la solapa. Pena que el propio Pulitzer no me cayera bien. Pero le dí una oportunidad al tomo.


Al abrirlo vi un montón de paginas satinadas en blanco y negro con imágenes de ratones tristes y cerdos campesinos y pronto hice un juicio previo: "Rebelión en la Granja pero en tebeo underground."
Y por eso tardé algunas semanas en decidirme a leerlo. Menos mal que me equivoqué.

Maus es un cuento sincero, conmovedor y bastante objetivo acerca de un judío polaco, Vladik Spiegelman, y su historia de supervivencia durante la II Guerra Mundial.
Podría ser otra historia más sobre el Holocausto, pero es el estilo de su propio hijo, Art Spiegelman, lo que hacen de esta historia un punto de vista completamente distinto, compartido y, por encima de todo, veraz.



¿Qué qué tiene de nuevo?

Para empezar, que no es nuevo. Es un relato que todos conocemos y que los más jóvenes incluso podrían estar cansados de escuchar la misma historia que, de tanto oírla, ya no parece real. Pero este humilde arte goza de todos los recursos literarios y visuales del cine o la lectura y, oh, vaya, sí que es real. Y uno no sabe hasta qué punto.



Un buen ejemplo de la grandeza de esta obra es la iconografía más directa. El autor eligió animales distintos como iconos para simbolizar a cada una de las razas, así, los judíos eran ratones y los názis, gatos. Cerdos eran los polacos, ranas los franceses, perros los estadounidenses.


No puedes quedarte al margen.
No puedes dejar de leer.
No puedes evitar querer a esta familia que, contando el relato en pasado y mostrando sucesos del presente -cuando el viejo superviviente le va contando la historia a su hijo- llenan de detalles humanos el retrato de estas personas, no solo de lo que fueron capaces de hacer para poder sobrevivir a la guerra y a Auschwitz, sino la carga de haber sobrevivido para ellos mismos y sus familiares en lo que les resta de vida.

Publicado en numerosas entregas entre 1980 y 1991, a un año del Pulitzer, esta novela gráfica -para todos aquellos que no bendicen los tebeos- es el mejor de los relatos que hasta la fecha he visto, oído o leído acerca del periodo de la historia más triste de la humanidad.


Maus.





Regálenlo. Pero sólo si de verdad quieren a la persona a la que se lo dedican porque este libro lleva consigo una tremenda carga de historia y conciencia que no querrán aquellos que le pidieron a San Nicolás el reloj de Viceroy o el disco de Tokio Hotel.

4 viajeros:

TORO SALVAJE dijo...

Me has convencido.
Me lo voy a regalar a mí porque me ha gustado, y porque también de vez en cuando me quiero.
Gracias.

Anónimo dijo...

es un gran libro, sin lugar a dudas, emocionante y que te atrapa de una forma que no puedes dejar de leer, la imagen de los ratones caminando por unos senderos que forman una esvastisca es aplastante, y muestra de forma clara como en aquella epoca pocos lugares resultaban seguros para unos pobres ratones judíos.
PD. Esos si son veinte euros bien gastados.

TORO SALVAJE dijo...

Ya lo estoy acabando.
Gracias por la recomendación.
Tendría que ser de lectura obligada en todos los colegios del mundo.
Un beso.

TORO SALVAJE dijo...

Esa fotografía de Vladek al final ha sido la guinda.

Gracias otra vez.

Besos.