13.2.09

Oda al tambor latente


"Puente El Palo" (c) Duckland, 2009
*-*-*

Todos los años igual,
mordisqueo la galleta,
ponerme guapo para ti,
sacando brillo al corazón de cartón piedra.

Mañana toca quererte, dicen.
Y marca la línea que separa, cada año,
los que van de los que esperan,
airados, suficientes y orgullosamente solos,
en el viejo andén del tiempo.

Soy afortunada, dicen, por quererte.
Pero también soy un poco más vieja.
Así que perdóname pero ese día no te querré más,
ni lo haré mejor ni será distinto.

Te querré todos los días pero ese no.
Ese día querré a un niño al que nunca nadie quiso.
Como hago todos los años desde que murió.

Un niño que compartió mi pupitre
en aquella vieja escuela hoy lustrosamente abandonada,
que con sólo once años se cansó de este mundo
y consiguió renegar del amor que nunca tuvo.

Un niño al que decidí querer desde entonces
para mantenerlo vivo y entender,
con el paso de los años,
cómo logró conseguir que alguien lo quisiera
durante un día cada año sólo desde que murió.

Aún hoy no lo he entendido, por cierto,
pero soy afortunada, digo,
porque escucho el tambor de los latidos
de los que me acompañarán a recordarlo.


*-*-*

Para ti, para él y para Toro, con su permiso.

2 viajeros:

TORO SALVAJE dijo...

Toro te da su permiso y además, por el mismo precio, un abrazo más largo que la muralla china.

Siempre me voy de aquí mejor que cuando entro.

Besos.

Ego dijo...

No lo entiendas.
Da las gracias, siempre hay que dar las gracias.
Un (b)eso artístico