Estornudo.
Miro la calle vacía llena de sombras anaranjadas y opácas; ha anochecido.
Demasiado a menudo estoy en lugares oportunos en horas inoportunas y la sensación de que un armagedón silencioso ocurrió cuando yo no miraba me invade frecuentemente.
No es un secreto que nunca me haya gustado demasiado la gente.
Cuestión de gustos. Lo que sí me gusta es ver los rincones que habitualmente están poblados de personas completamente desiertos, silenciosos, esperando ser preguntados por llevar demasiado tiempo guardando secretos.
Las fachadas recogen el eco de mis pasos y puedo escuchar como lo difunden. Diría que se alegran de verme a estas horas. O igual no.
Unos metros más adelante, junto al bordillo de una acera, veo un chupete. Un chupete rojo. Presto atención y la acera me cuenta que realmente no es lo que parece: no es un niño llorándole a su despreocupada madre.
Al parecer ese chupete pertenece a un chimpacé bebé que acaba de ser adoptado por una familia de trapecistas de mayas deslucidas y levantadores de peso de bigotes enroscados. Ese mono se llamará Manuel, o Lola y morirá dentro de dieciocho años, cuando no pueda adaptarse al pequeño rincón del cráter de Ngorongoro, en Tanzania, donde lo suelten cuatro comeyerbas indocumentados de greenpeace.
Y mientras la acera me cuenta eso, escucho otros pasos tras de mi y me vuelvo pétrea: no lo negaré, no me gusta la gente y mucho menos la gente que me persigue.
Los ciegos escaparates me devuelven sus ojos y puedo ver discretamente la figura de un tipo que se acerca demasiado para mi gusto. Aprieto el paso y de paso, el bolso a mi cadera.
Nuevamente otro favor a mi favor.
De repente, una esquina. Y al doblarla, una plaza.
A cada paso la sangre bombea fuerte en mis sienes y me veo acorralada y mal adaptada al medio, como el dichoso mono en Tanzania.
Maldita sea, no quiero acabar mis días siendo pasto de mi propia ineptitud!
Giro la cabeza y ya no hay nada tras de mi.
Estornudo.
Joder, cómo odio las calles que no tienen nada que contar...
2 viajeros:
Sigue escribiendo.
Así.
Así como hoy.
Por favor.
Besos.
Pasa de Tanzania.
Vente conmigo a Delfos.
Allí lo opaco es otra cosa.
Va en serio.
Un (b)ico...
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